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Si te Vas a Subir al Ring...

En uno de los capítulos emblemáticos de la serie House of Card, el oscuro político Frank Underwood fija su mirada en la cámara, esboza una sonrisa sarcástica, y, tras hacer un recuento de los desafíos de sus adversarios, proclama de manera retadora: “Si te vas a subir al ring, más vale que te guste el sabor de la sangre”.

Los mandatarios que el lunes abandonaron la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) para constituir la Alianza Federalista han lanzado un desafío inesperado al presidente. En medio del pasmo de los partidos de oposición y de una sociedad avasallada por un nuevo centralismo, los mandatarios han lanzado una iniciativa para construir un discurso alterno al monólogo de López Obrador.

En otras palabras, se han subido al ring. Lo hacen con un arrojo inesperado. Veremos si, en los hechos, son capaces de constituirse en un bloque sólido de resistencia a un presidente cuyas premisas populistas del centralismo creíamos sepultadas tras el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Los gobernadores se trepan al ring ante la inmovilidad de una sociedad que no encuentra los hilos para instrumentar una estrategia de oposición social para enfrentar al grupo político en el poder y cuya finalidad es —al menos así lo parece— debilitar la democracia y el entramado de sus instituciones. También lo hacen ante la incapacidad e inoperancia del PRI y del PAN como oposición.

El fin último del nuevo organismo—que integra a gobernadores de cuatro partidos y a un independiente— no es, obviamente, iniciar una batalla frontal contra el presidente, sino tener mejores formas de interlocución entre los estados, los municipio y el gobierno federal, y sumar nuevas visiones al proyecto de nación más allá de la mirada presidencial.

Al anunciarse como un contrapeso a “la concentración inadmisible del poder”, los 10 gobernadores de la Alianza Federalista han querido dejar en claro su postura: no serán una caja de resonancia de la narrativa y las invenciones presidenciales. Más aún, serán un frente de lucha contra el “virus” del centralismo. Al menos eso dijeron.

No será un camino fácil. El proyecto seguramente será visto como una afrenta política, una declaración de guerra, un desafío a la voluntad de un autócrata incapaz de admitir la más mínima crítica y cuyo postulado personal y de gobierno es uno irrenunciable: “Si no estás conmigo, estás contra mí”.

Los gobernadores disidentes ya definieron su posición: no están con él. No sería extraño, pues, que en respuesta el gobierno federal lanzara una estrategia de escrutinio y acoso de los mandatarios de la Alianza. De ahí la importancia de la integridad y honorabilidad de los impulsores y la consistencia y solidez de sus propuestas y programas.

Los gobernadores aliancistas se subieron al ring. Enhorabuena por ello. Pero si los pescan en curva, en la más mínima falta, echarán por la borda todo un proyecto que pretende la vigencia del federalismo, romper la inercia del centro y un mejor trato para las sociedades de los 10 estados que representan.

La Alianza es una oportunidad de tener nuevas formas de interlocución con los estados y la sociedad en general, romper sus paradigmas de gobierno e impulsar, al fin, una estrategia para la reconciliación y la unidad del país.

En junio pasado, el jurista Sergio García Ramírez no pudo decirlo de mejor manera en una carta enviada al presidente: “Es verdad que usted llegó a su cargo al amparo de treinta millones de sufragios, pero una vez instalado en él responde ante más de ciento veinte millones de mexicanos, a los que se agregarán las generaciones futuras. Aquéllos fueron la mayoría necesaria para su investidura. Éstos son el universo para su desempeño. El voto de esa minoría le convirtió —para el presente y el futuro— en el ciudadano con más elevada y grave responsabilidad, no en el propietario de la nación. Usted responde por ésta: por toda, no por una de sus partes”.

López Obrador podría entenderlo así y, a propósito de la Alianza Federalista, responder por todos los mexicanos en todas las entidades federativas. Pero el presidente es un político intransitable. Su impulso no responde al orden, a la paz, a la estabilidad, sino a los campos de batalla, a los cuadriláteros.

Los “aliancistas” se metieron a sus terrenos. Se subieron al ring a dar la batalla. Es una decisión riesgosa, pero valiente. Veremos si tienen el empaque para dar la batalla.

Galerín de Plomos

El Paquete Económico entregado el martes al Congreso del Estado era la gran oportunidad del Gobierno federal de iniciar un proceso de reconciliación, ajustes y cambios. Pero, no, el Presupuesto Federal 2021 reducirá en 5.5 por ciento los fondos para los estados y no sólo no cancela, sino privilegia los proyectos faraónicos del Tren Maya, la Refinería Dos Bocas y el Aeropuerto General Felipe Ángeles. ¿Alguna duda?


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